Mi pasado con los lazos femeninos…
Yo no crecí con muchas mujeres a mi alrededor, aparte de mi madre, mi abuela y pocas tías, no tenía cerca a muchas niñas o mujeres de mi misma edad. Crecí en una familia que tenía más hombres que mujeres, por ende, mis juegos y conversaciones se pasaban más entre hombres y no tenía muchas opciones para crear más lazos femeninos a los pocos que ya tenía.
Tal vez lo anterior puede explicar un poco por qué en mi vida siempre me fue más fácil relacionarme con hombres, sentía que hacía mejor match con ellos que con las chicas. Aunque tuve amigas, ellas no eran la mayoría en mi círculo cercano. Por alguna extraña razón me sentía más cómoda hablando con hombres, y me era más sencillo crear lazos de confianza y amistad con ellos.
En muchas ocasiones sentía que crear amistades reales con mujeres era más difícil, porque tenía la sensación de que nos juzgábamos más. Sentía un ambiente de competencia generalizado entre nosotras, algo que no sentía con los hombres. Inconscientemente me fui rodeando mucho más de hombres que de mujeres durante toda mi vida, en mi infancia, en la universidad y en mi vida laboral. Hasta hace un tiempo eso no era un problema para mí, es más ni siquiera me daba cuenta de ello.
Ese desequilibrio entre mis lazos femeninos y masculinos me impactó fuertemente, pues toda mi vida había intentado pertenecer a un mundo masculino, desconectándome de mi energía femenina. Sin darme cuenta quería pensar como ellos, interactuar como ellos y trabajar como ellos para ser valorada como ellos. No es un secreto que la energía masculina ha dominado al mundo durante toda la historia, y aunque ha venido cambiando un poco recientemente, aún se nos exige comportarnos de acuerdo a esta, y mucho más a nivel profesional, en donde las emociones y la intuición no están bien vistas. Por dicho desequilibrio, a nivel profesional no me sentía satisfecha y a nivel personal no me sentía completa.
«A las mujeres siempre se nos ha exigido pensar como los hombres, interactuar como ellos y trabajar como ellos, para ser valoradas como ellos a nivel profesional»
Viviendo la magia de las amistades femeninas…
Hace un tiempo empecé a rodearme de más mujeres sin buscarlo. Varias circunstancias llevaron a que conociera más mujeres tanto a nivel personal como profesional, así como también empezaron a llegar temas femeninos a mi vida. Y fue allí en donde empecé a sentirme diferente, empecé a sentir una energía tan poderosa y reveladora a la vez. En ese momento me di cuenta de que algo me había hecho falta y que ni yo lo sabía: tener más lazos femeninos.
Durante ese proceso conocí a mujeres de diferentes culturas, religiones, profesiones y estilos. Mujeres con diferencias entre sí, pero con similitudes enormes. Mujeres con distintos sueños y con barreras parecidas. Mujeres con diversos pasados y con futuros inciertos. Mujeres que no juzgaban sino que empatizaban con las otras, mujeres que no querían pasar por encima de las otras, sino que las sostenían. ¡Mujeres poderosas!
En ese momento descubrí el poder que tenemos las mujeres al unirnos, al hablar entre nosotras, al abrir nuestros corazones y almas. Entendí que unidas somos más fuertes y podemos lograr más. Entendí que el error más grande que hemos cometido es pensar que cada una por separado debe luchar para lograr lo que quiere no solo personalmente sino también profesionalmente. Entendí que no hay rivalidad más estúpida que la rivalidad femenina.
«El peor enemigo para las mujeres es la rivalidad femenina, en definitiva es la rivalidad más estúpida»
El poder de los lazos femeninos…
Indagando un poco más sobre el poder de los lazos femeninos que había empezado a descubrir, me di cuenta de todos los beneficios que estos traen a nuestras vidas:
- Nos ayudan a combatir el estrés, ya que pasamos buenos momentos hablando, riendo y disfrutando de la vida.
- Nos empoderan, porque entre todas nos entendemos y nos fortalecemos para mejorar y crecer.
- Nos ayudan a mejorar nuestra autoestima y autoconfianza, porque entre todas nos motivamos a creer en nuestras fortalezas, capacidades y en nuestro valor.
- Nos sirven de apoyo emocional, porque nos desahogamos de nuestras penas y preocupaciones.
- Nos impactan física y psicológicamente, ya que nos activan energéticamente lo cual mejora nuestra salud en todo sentido.
La energía de la sororidad…
Al estar inmersa en lazos femeninos sanos, logré entender que la sororidad no es un término de “moda”, es un valor que se siente y se vive desde adentro. Entendí que no solo engloba la solidaridad, sino también la hermandad, el respeto, la empatía y el amor. Descubrí que es un valor tan poderoso que debería ser inculcado en todas nosotras desde nuestra infancia, para que no crezcamos pensando que estamos solas; para que no crezcamos aceptando cosas normalizadas que no son normales en realidad; y lo más importante, para que no crezcamos pensando que estamos en competencia entre nosotras y que somos enemigas a nivel sentimental, familiar, profesional, social, y a todo nivel.
«La sororidad se siente y se vive desde adentro. Es un valor tan poderoso que incluye la hermandad, la empatía y el amor por nuestras hermanas»
Crear y fortalecer los lazos femeninos…
Por todo lo anterior, te invito a que trabajemos por crear más y mejores lazos femeninos para disfrutar de su poder. Y para lograrlo, tal como lo dicen Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot en su libro “Terminar con la rivalidad femenina”, debemos enfocarnos en practicar la sororidad en todas las dimensiones:
- En lo íntimo, admirémonos entre todas, aprendamos a admirar en lugar de envidiar, no hablemos mal de las otras, disfrutemos de los lazos femeninos y valorémoslos porque son un regalo.
- En el trabajo, motivemos a otras mujeres, reconozcamos sus trabajos, ideas y logros, reaccionemos cuando escuchamos una broma sexista, y aprendamos de nuestras colegas y agradezcámosles.
- En general, acerquémonos más entre nosotras, unámonos para hacer que este mundo se transforme en un lugar justo para todos, tanto para las mujeres como para los hombres.
Para finalizar, quiero invitarte a que trabajemos juntas para fortalecer los lazos femeninos, con el propósito de hacerlos tan poderosos que sean capaces de transformar el mundo. Yo sé que puede ser una tarea difícil porque aún se mantiene una energía de competencia y rivalidad entre las mujeres, pero empecemos por nosotras mismas, empecemos a generar cambios en nosotras, empecemos dándole buen ejemplo a nuestras chicas más cercanas porque eso puede influenciarlas positivamente. ¡Solo así podremos sentir la magia que nos dan las amistades femeninas!
Fuente:
En finir avec la rivalité féminine. Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot. Les Arènes. Paris. Septiembre 2022.